La Bella durmiente es todo un clásico de Disney. Fue el último largometraje de Disney basado en un cuento de hadas, y el último también pintado a mano. La producción de esta película tuvo lugar durante la década de los 50.
Esta princesa recibe su nombre del ballet de Tchaikovsky, la princesa Aurora. Su silueta alta y esbelta está basada en Audrey Hepburn. El nombre del príncipe Felipe tampoco es casual, eligieron un nombre familiar en aquella época, por el duque de Edimburgo que se llamaba Felipe.
En Disneyland, el Castillo de la Bella Durmiente es todo un emblema, ya que sus puntiagudos torreones rosas se pueden divisar prácticamente desde cualquier parte del parque. Además son un punto de referencia que ayuda a los visitantes a orientarse a través de estos. Sin duda es el castillo que reina y dirige Fantasyland.
Nada más llegar, junto a la entrada vemos el pozo mágico, donde no se nos puede olvidar pedir un deseo antes de subir por la escalera de caracol. En el primer piso observamos los manuscritos y dibujos del cuento, con las paredes adornadas con tapices y vidrieras que representan imágenes del cuento de la Bella Durmiente. En ellos aparecen las Hadas Madrinas, los reyes y la bruja. En estos tapices, que fueron elaborados por artesanos británicos, se narra el cuento de la princesa que se durmió y todo el castillo con ella por culpa del maleficio.
En el castillo encontramos también la fatídica rueca con la que se pincha Aurora. Además en la galería hay un fantástico mirador desde donde observamos todo Fantasyland. El único que no duerme en este castillo es el dragón en que se convierte la bruja al final del cuento. Escondido en los sótanos del castillo te observará con mirada tétrica si te acercas, echando humo por la nariz.